El tiempo en internación El tiempo, se aplasta, se estira, se pegotea, se confunde. Hay día pero no hay noches, la luz casi siempre queda encendida o entran de madrugada con platitos con pastillas surtidas, tensiómetro, unas tablas con un broche que sostiene los papeles de la historia clínica.. Hay pocas situaciones que me dan la pauta de que es un nuevo día, cuando siento un agujero en el estómago indica que es aproximadamente las 6 a.m., son necesarias doce horas de ayuno para algunos análisis, pero a eso se suma la demora que va aumentando según la habitación esté al principio o al final del recorrido del extraccionista y de las chicas que reparten las bandejas con los desayunos. Y otro momento es el del baño, me resisto a meterme bajo la ducha, aunque después me siento mucho mejor, pero por lo general digo que no quiero. Me cuentan que ya pasé por casi todos los pisos de este enorme sanatorio, para mí las habitaciones en cuanto al uso son todas idénticas pero las caras de mis ...
Aquellos días los recuerdo como una de las mejores vacaciones de mi infancia. Dos primas nos quedamos un fin de semana en la casa de mi abuela Sara. Dormimos en una sola camita con una almohada en la cabecera y otra en los pies. Todo lo que mi abuela hacía era con tanto amor que ninguna estadía en algún hotel de lujo dejó un recuerdo tan nítido. Sabanas bien blancas, almohadas de plumas. En cada escalón de la escalera que iba del patio a la azotea, lo adornaba una maceta. La fruta repartida en trozos entre todos, el mate de leche con azúcar. Mi abuela usaba medias de seda, esmalte rosa nacarado, tinte azul en su cabello canoso. Mucho pedimos que nos pintara las uñas pero nos respondió que cuando creciéramos. Comprendí rápidamente que tenía que esperar a que me compren un corpiño y que me "crecieran" los elásticos para sostener las medias de seda. La aventura literaria #poemasRoxanaBogacz
Rita y Paul se conocieron hace un par de años. Ella se quedó encandilada en la primera cita. Paul era guapo, culto y sobre todo sensible. Pasaron rápidamente de los cafés a pernoctar juntos en una casa o en la otra hasta que por la pandemia, cometieron el error de convivir a tiempo completo, en la casa de ella, que es más luminosa y amplia. Cada día más enamorados. Aunque Rita presentía que Paul tenía algún secreto, dejó pasar el tiempo, ¿quién no tiene secretos en definitiva? Esa mañana ella salió a trabajar a la clínica y notó a Paul muy feliz, le tocaba hacer Home Office lo que auguraba que por la noche estaría más demostrativo y menos cansado sin el viaje hasta Pilar. Decidió darle una sorpresa, anuló algunos turnos y llegó más temprano abrió suavemente la puerta, al verla Paul se torció el tobillo rompiendo el taco de los zapatos rojos, se acomodó la peluca platinada y corrigió los breteles del corpiño. Ella lo miró enfurecida y le gritó, ¡al fin encuentro m...
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