Poemas, escritos y otras verduras de Roxana Bogacz

 

 

 

 

#PoemasRoxanaBogacz Querida Felisa Berri Erase una vez una dama que no solo sacaba fotos tambien reflexionaba. La edad no fue un estorbo no se privó de nada disfrutando cada instante bebiendose la vida sorbo a sorbo Amando la natura engalanada Roxana Bogacz  

 #PoemasRoxanaBogacz Y allí estaba como para recordarme que no hay espacios dificiles ni suelos prohibidos. Allí estaba  vestida de celeste,  mi color preferido diciéndome se puede. Alli estaba y me legó su mensaje no tuve que leerlo no necesitó el lenguaje Alli estaba mostrando su coraje

  Hermosa.  Cobijada por la hoja florece sintiéndose cuidada y hermosa. No se siente sola está en compañía luce diáfana, fresca en paz y armonía.  Ph: Enrique Picchio #PoemasRoxanaBogacz 

  Que tal si te dijese que no pedí consejo y que si lo quisiera seguro lo diría que como me dijiste te digo lo que pienso a riesgo de enterarme si sos de la partida que entiende mi vehemencia cuando cuestionan mi poesía. La poesía nace, surge, brota sin pedirme permiso y no quiere ser otra ni cambiar recorridos. Roxana Bogacz

 Acaricio sus pequeños pétalos Sintiendo que acaricio tus labios las flores tienen el color con que solías pintarlos y el aroma intenso marea cómo mareaba besarlos

  Un tirón Un tirón desde  muy dentro suyo  la recorrió  desde la entrepierna  al centro mismo de su vientre, tomó conciencia   sus pezones en erupción la humedad asomando, todo producto de la escena erótica que haciendo zapping  llamó su atención. Esa tensión olvidada,  luego de varios años  le recordó su sexualidad  otrora frondosa,  a veces juzgada, era excesiva, intensa casi descontrolada. Recordó aquellas épocas  de cuerpos sedientos   entrelazados y ardiendo que caían agitados y agotados  en las camas deshechas de los amantes, urgente Esa increíble sensación redescubierta y vigente por una mera casualidad  le resultó deliciosa, fugaz y angustiante a la vez. la desconcertó primero,  la llevó varios años atrás,  finalmente se reconoció  no era sólo mente y espíritu,  al fin supo aceptarlo.  "Su cuerpo estaba allí,  allí para gozarlo. Roxana Bogacz

  De besos Pero aquél, aquél me marcó a fuego Tantas noches acompañando tu agonía pero esa noche no, alguien me suplió. Hay que soltarlo, dejarlo ir. Me quedé tan lejos…. en el cuarto de al lado. Me vinieron a buscar, —ya está, ya está. Me metí en nuestra cama, me cubrí con tu abrazo, acaricie ese cabello más rubio que ninguno, te besé quizás con más pasión, al saber que ya no te tendría. Y me quedé llorando en tu hombro. Cuando quise incorporarme, tu brazo ya rígido, me quiso detener, fue difícil quedarme de este lado Roxana  Bogacz 

 Era mi preferido Siempre se lo dije Pero lo tomaba a broma Era mi preferido, Oscar,  mi tío querido. Ultimamente no coincidiamos Pensábamos muy distinto pero el cariño seguía intacto. No puedo creer que ya no estás, Que no volveremos a vernos. Tus cartas en papel amarillo tu abrazo de oso. El profesor distraído. Recuerdos de cada etapa de mi vida. Te voy a extrañar mucho Te voy a extrañar con la certeza de que no nos volveremos a ver. Roxana Bogacz  Alina Fisch

 Ese día la familia Guervich estaba de fiesta. Ana la madre no se pudo maquillar ya que las lágrimas arrasaban con cualquier cosmético a la vista. Temprano su hijo Juan pasó con su autito viejo pero impecable a buscarla.  Alberto ya se había ido con su novia.  Al llegar al aula de la Facultad de Derecho en la calle Figueroa Alcorta había un clima efervescente, llegaba más y más gente.  Comenzado el acto después de que llamaran a varios alumnos que bajaban del estrado con título en mano, subió Alberto Guervich, lo guío su novia y el locutor anuncia, entrega el diploma su hermano Juan Guervich. No se escuchó nada más ya que los aplausos eran atronadores. Antes de descender el locutor avisa, un momento próximo alumno Juan Guervich, entrega su hermano Alberto, nuevo estallido. El bastón blanco calló en algún lugar del escenario, Juan lo recoge, pide el micrófono, intenta leer unas palabras anotadas para el caso pero las lágrimas no se lo permiten, y solo atina a decir, hermanito, sin vos n

 Rita y Paul se conocieron hace un par de años. Ella se quedó encandilada en la primera cita. Paul era guapo, culto y sobre todo sensible. Pasaron rápidamente de los cafés a pernoctar juntos en una casa o en  la otra hasta que por la pandemia, cometieron el error de convivir a tiempo completo, en la casa de ella, que es más luminosa y amplia. Cada día más enamorados. Aunque Rita presentía que Paul tenía algún secreto, dejó pasar el tiempo, ¿quién no tiene secretos en definitiva?   Esa mañana ella salió a trabajar a la clínica y notó a Paul muy feliz, le tocaba hacer Home Office lo que auguraba que por la noche estaría más demostrativo y menos cansado sin el viaje hasta Pilar. Decidió darle una sorpresa, anuló algunos turnos y llegó más temprano abrió suavemente la puerta, al verla Paul se torció el tobillo rompiendo el taco de los zapatos rojos, se acomodó la peluca platinada y corrigió los breteles del corpiño. Ella lo miró enfurecida y le gritó, ¡al fin encuentro mi lencería nueva, y

Mi amante, mi amigo. Recuerdo reflejarme en esos ojos que hablan de alegría cuando me ven llegar que solo mienten al mirarme cuando esconden algo que me puede dañar. Nostalgia de esa sonrisa qué surge así por nada o quizás por todo por esa cita cotidiana más importante que ese encuentro con maquillaje o disfraz. Anhelo de esa alegría espontánea, sincera, compartida. El despertar, un mate, la cena la cama o el sillón el silencio, el paseo disfrutando el camino. El saberme contigo mi amante, mi amigo. Roxana Bogacz. q