Verídico

 Ese día la familia Guervich estaba de fiesta. Ana la madre no se pudo maquillar ya que las lágrimas arrasaban con cualquier cosmético a la vista.

Temprano su hijo Juan pasó con su autito viejo pero impecable a buscarla. 

Alberto ya se había ido con su novia. 

Al llegar al aula de la Facultad de Derecho en la calle Figueroa Alcorta había un clima efervescente, llegaba más y más gente. 

Comenzado el acto después de que llamaran a varios alumnos que bajaban del estrado con título en mano, subió Alberto Guervich, lo guío su novia y el locutor anuncia, entrega el diploma su hermano Juan Guervich. No se escuchó nada más ya que los aplausos eran atronadores. Antes de descender el locutor avisa, un momento próximo alumno Juan Guervich, entrega su hermano Alberto, nuevo estallido. El bastón blanco calló en algún lugar del escenario, Juan lo recoge, pide el micrófono, intenta leer unas palabras anotadas para el caso pero las lágrimas no se lo permiten, y solo atina a decir, hermanito, sin vos no lo hubiera logrado.

Ana, se sienta, sus piernas ya no la sostienen.


Roxana Bogacz.

Estos hermanos existen. Cambié alguna letra al apellido. La historia no sé si fue tal cual, pero creí que merecía ser contada

Comentarios

  1. Emocionante micro de superación que toma más valor si cabe al ser real.
    Saludos

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  2. ¡Hola, Roxana! Pues sí que perfectamente hubiera participado en el reto "a ciegas", aunque hubiera necesitado estar narrado por Alberto, desde el punto de vista de la persona ciega. Una historia de superación que nos demuestra que en realidad los únicos límites son los que nos imponemos nosotros mismos. Saludos!

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