El juego de ajedrez


 Estoy cansado, no veo la hora de irme a dormir.

Mamá quiere que cenemos todos juntos y papá aún no llega.

Mañana tendré clase de gimnasia, no debo olvidar además de lo habitual, la toalla y la botellita con agua.

Miro la raya sobre la alfombra, forma un ángulo de 45°, esa línea divide claramente las luces y las sombras, es un reloj de sol, casi

Ruido sordo de maderas entrechocando llegan, misteriosamente hasta mi -¿ Estoy despierto?

Me acerco a la ventana, todo es oscuridad.

El sonido proviene del placard, es un golpeteo seco y arritmico, recorro cada uno de los estantes y descubro que proviene, de la caja del ajedrez.

No  veo las piezas, están dentro del estuche. No puede estar pasando.

Cuando mi abuelo lo trajo esta tarde mencionó que es un juego muy especial.

No le preste mucha atención, son cosas de viejo, me dije.

Siento curiosidad y miedo entremezclados , pero igual abro la caja desplazando por la ranura la tapa, el ruido cesa. 

Observo las piezas, están bastante maltratadas, es antiguo, pasó de generacion en generación.

Lo cierro intentando entender si sueño o estoy despierto, el ruido vuelve a comenzar.

-Julian, Julián- la vos de mi madre me despierta,- llegas tarde a la escuela.

La línea en la alfombra reapareció

Me visto, tomo la cantimplora del estante, ¡otra vez la guardé tapada!. Que tonto, jalo y el cordón tira el ajedrez al suelo, la caja se rompe y un aserrín iridiscente se esparce por todo el cuarto

Roxana Bogacz

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