Las brujas no existen

 No podíamos creer lo que estábamos viendo.

Con mis hermanos intentábamos escondernos en la oscuridad, nos tapábamos los ojos, pero estábamos allí para mirar.

Vimos al verdugo armar la pira con ramas secas y rociarla con algo de combustible.

Todo ejecutado con parsimonia y milimétricamente calculado. Continuó luego, atando a las muchachas al poste clavado en el centro de esa montaña funeraria.

Una larga y enardecida arenga vociferó el inquisidor mientras caminaba alrededor de las casi niñas, crucifijo en mano.

Ninguna se arrepintió, ni siquiera cuando les prometió un lugar mejor que el infierno, en su próxima vida.

El pueblo miraba al igual que nosotros, en una mezcla de horror y fascinación.

Aquellas jóvenes curanderas a las que habían recurrido en busca de brebajes para sus dolencias o de yuyos para el amor perderían la vida a tan corta edad.

Ninguna lloró, al menos hasta que cubrieron sus rostros con las capuchas. 

El juez exclamó, _ ¿que las brujas no existen? ¡Que las brujas no existen! Pero que las hay las hay, aquí están.

La pantalla se fue aclarando y apareció el clásico THE END y se encendieron las luces.

Salimos temblando, antes de llegar a la vereda vimos el cartel, hoy jueves, cambio de programación, nosotros habíamos ido a ver El festival del Walt Disney

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