Mundial 01/11/2021 Consigna camas

 Era joven, tenía belleza, dinero, salud, amor, hijos, pero no lo estábamos pasando bien.

Estabas gravemente enfermo, decían los médicos, aunque salvo por los controles y los pronósticos, nuestra vida transcurría casi como siempre, casi, porque tenía otra intensidad, estallaba en viajes, fiestas, salidas.

El diagnóstico era difícil de asociar a un pequeño lunar sangrante, en un hombre joven que seguía jugando al tenis y al fútbol como siempre lo habias hecho

Éramos jóvenes, invencibles, inmortales.

Entre control y control viajábamos mucho, solos o con nuestros hijos, Estados Unidos, Bariloche, Europa. Dormíamos en la ciudad, o en la casa del country, meses después en sanatorios, piezas comunes, terapia intensiva.

Mientras abría lentamente mis ojos cada mañana, intentaba darme cuenta dónde estaba.

Recuerdo que en aquella época, hace más de treinta años, aprendí a apreciar, el correr del agua por mi cuerpo al ducharme, en contraste con tus baños de paños enjabonados, el aroma a plantas al salir del sanatorio que limpiaba dulcemente mis pulmones del olor de alcohol fino, desinfectante y lejía.

Un mes después del día de tu internación, el neurólogo entró a la habitación, en el pasacaset sonaba Victor Heredia, "Un día más, un día más, un día de gracia para mí"

Apagamos el aparato, el doc te reviso y me pidió que saliera para conversar a solas.

Doc y paciente, la misma edad, treinta y siete, esto lo volvía vulnerable y enorme a la vez. Me dijo _" hay que volver a casa las personas quieren morir en su cama".

Entré en pánico, _¿Cómo podría yo atenderlo bien? ¿ Qué pasaría con los chicos? 

_Los chicos harán terapia de una manera u otra pero, el tiene derecho de estar en su hogar. 

Durísimo pero así lo hicimos.

Fueron transcurriendo los días, sonaba Victor Heredia, La muerte no es morir, y alguna melodía del templo, alabando a Dios.

 Tres turnos de enfermeras rotaban las veinticuatro horas, no compartíamos la cama,pero volvimos a hacer el amor, sí, así tan grave como estabas, sentía que te infundía vida.

Una noche escuché un quejido desde el otro dormitorio, no me levanté, estabas con Alina, tu hermana, que a los pocos minutos me avisó, _ ya está, falleció.

Me metí junto a vos en la cama, te besé mucho y me envolví con tu brazo, quedandome un ratito, cuando quise levantarme, estabas rígido y me costó bastante desprenderme.

Horas más tarde, al volver del cementerio, mientras Pablo de ocho años,pataleaba gritando quiero un papá, alguien me alcanzó una taza de té y me susurró, no cambie la sábanas, por las dudas, y me alegró el alma, retendría un rato más tu fragancia.

Se guardan fotografías, corbatas, cartas, ¿ pero el olor? ¿ El timbre de voz? ¿El calor de tu piel? ¿La mirada?

Mucho tiempo dormí en tu lado de la cama. Me senté en tu lugar en la mesa y en tu sillón de la oficina hasta que un día volví a mí.

Hubieron otras camas, solitarias y compartidas, ninguna como aquella en que nos iniciamos, gestamos, nos extasiamos y nos despedimos. 

Pasaron más de treinta años, hace poco decidí que mi última litera sea junto a vos, quizás para no dejarles problemas que resolver a nuestros hijos, quizás porque por mucho que lo intente no volví a tener un amor significativo.

Cuando escucho: 


Pero, si pasa que un día

otra voz te dice “amor”,

no tengas miedo y recuerda

que vivir es la cuestión.


Puede ser que haya intentado

regresar una vez más

por amor a lo vivido

o por no haberme muerto en paz.


Y, si la brisa te mueve

los cabellos y el vestido,

no tengas miedo a ese beso,

que no es de un desconocido.

( Victor Heredia)


Es entonces al escucharla, cuando siento que estás recostado en mi almohada.


Comentarios

  1. Muy triste Roxana, y a la vez conmovedor. Me emocionó. Muy bien contado, como la vida misma. Un abrazo. Diana Torres

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  2. Nos emocionaste Roxana .Yo no pude terminar Siguió Luis se me quebro la voz y se me llenaron los ojos de lágrimas Hermoso y conmovedor

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