Mundial V. I'm lugar random investigar

 Estamos alojados en el Hotel Sen, arribamos por la noche, a pesar de ser primavera, la temperatura es bastante baja.

Durante el desayuno, el salón comedor sugiere la torre de Babel, grupos de distintas regiones del globo, algunos con la evidente incidencia del cambio de horario de sueño, cómo nosotros. 

La ciudad de Miedzyrzecz se encuentra en el Oeste de Polonia, país del que huyeron mis cuatro abuelos y mi suegro, unos por hambruna, otros por los pogroms  o para evitar el servicio militar del zar y el último por haber asesinado a un polaco en defensa propia.

El desayuno fue abundante compuesto por sandwiches de pan de centeno ( kanapi) rellenos de  rodajas  de rábanos y pepinos. Por separado huevos y luego challach, pan dulce  típico trenzado untado con mantequilla o miel. Pasamos por las habitaciones unos minutos y salimos a emprender el recorrido número uno.

Desde el exterior veo que el hotel está íntegramente pintado de verde y los marcos destacados en blanco.

La ciudad se encuentra entre el río  Obra y  su afluente el río Paklica, circundada por extensos bosques de infinitas tonalidades de verdes, plateados y morados.

Bellísima zona pero también estratégica por lo cual desde  el año 1005 hasta no hace mucho fue invadida por Alemania Francia y la Unión Soviética alternando banderas y dialectos.

Nada de esta belleza aparecía en las narraciones de mis mayores. Los pogroms, las fugas, el rechazo a la nacionalidad que manifestaron cada uno en su momento.

Ese primer día visitamos el castillo Plast al que se ingresa por un puente levadizo, a cuyos lados dos torres cilíndricas con techo cónico son el remate de la muralla que rodea la fortaleza, el interior casi no existe.

 Luego el museo Starots, una enorme sinagoga a la que no pudimos ingresar y la iglesia de San Juan Bautista.

En muchos sectores del camino, bloques de piedra ubicados en forma idéntica son respiraderos de bunkers, pero eso lo supimos al día siguiente.

Por la noche un baile de bienvenida, trajes formales mezclados con trajes típicos, copas, seducción, regalos de laboratorios, algún cambio de habitación.

Recorrido dos:

Ya no estamos en zona céntrica, los respiraderos o ventilaciones se reconocen más claramente.

El micro ese detiene frente a un muro de metal  verde con una puerta tipo escotilla de submarino que nos espera abierta. 

Ingresamos y  la guía nos relata que estamos en en la red de túneles y bunkers más grande de la maquinaria nazi, treinta y dos kilómetros y con una profundidad de hasta cuarenta metros. El sistema incluye ferrocarril, talleres, salas de máquinas y cuarteles. Cada túnel comienza con una abertura en formato gótico. 

Como si esto no fuera suficientemente tétrico, nos informa que en invierno es el refugio más grande subterráneo, de murciélagos, más de treinta y cinco mil animales, de doce especies diferentes. Recorrimos menos de un kilómetro, y luego vimos por pantalla algunas grabaciones tomadas durante la guerra, en ese mismo lugar, donde nos encontramos. Siento dolor en el pecho.

Al salir abrazamos en circuito, haciendo un minuto de silencio, el monumento de Richard Serra, dos placas curvas concéntricas de acero, es el recordatorio de la operación T4, inaugurado en 1986, en el lugar donde se demolió el edificio Slnderbehandlung.

Docientasmil víctimas gaseadas y exterminadas por eutanasia, enfermos mentales y discapacitados, por los que se decidió que su vida no merecía ser vivida.

Fue el primer asesinato masivo de personas por parte del gobierno alemán.

No recuerdo nada más, el resto de la estadía fui atendida en mi habitación, mis compañeros me visitaron en sus horarios libres.

Yo solo pensaba,  que bueno que se fueron mucho antes, poco después de la primera guerra.

 En aquella época, sobre todo porque los familiares fueron aniquilados o perdieron contacto, no sé enteraron de estos sucesos hasta muchos lustrus después.

Poco pude imaginar en ese momento que años después mis nietos tramitarían la ciudadanía polaca para tener ingreso a Europa.