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Mostrando entradas de noviembre, 2024

del diario a la ficción 3 Cuento corregido 19 de diciembre 2024

Jueves 21 de noviembre. Ya era de noche, estaba muy cansada, enojada y triste. Necesitaba depositar mi cuerpo, cerrar los ojos y cerrar un ciclo.  Agotadisima, con los párpados  hinchados me iba quitando la ropa con olor a cementerio. Ella me llamó, no quería dormir sola, me dijo. Yo sin fuerzas para oponerme ni para ocasionarle más dolor, me metí en su cama. La “cama grande”de mi infancia. Mi estómago se revolvió en el rechazo. Observé desde este nuevo ángulo, para mí, el empapelado, los muebles artesanales lustrosos, impecables tal como fueron entregados, sesenta años antes. La cama, me tragó, literalmente, ese costado estaba hundido, el sobrepeso de mi padre agrego con el tiempo un hueco, una cienaga.  Me encontré en  arena movediza, conservaba el calor y el olor de su anterior ocupante. Sentí terror, no quería pensar en el resto de su existencia, o de la mía, ocupando ese lugar, de acompañante. Acompañar a esa mujer que poco o nada podía expresar afecto, tampoco ...
 Para vivir y morir Es necesaria la suerte. Algunos como receta Aconsejan fortaleza. La verdad es que el camino  Entre la vida y la muerte Debería ser un puente Y no un sendero poceado Llegar a ese destino Cargando en la mochila Amor, caricia, alegría Gratos recuerdos vividos, Sin miedos y sin tristezas, Con las cuentas bien saldadas Que nadie adeude caricias, Que el haber vivido bien Y siendo buenas personas Garantice el pasaporte En la última travesía, Y no una triste agonía Que borra como un lampazo El camino recorrido Y hasta los mimos y abrazos, Dejando en un gran vacío Desnudo y sin regocijo A este viajero forzado  Al último recorrido ROXANA B.

del diario a la ficción 2

Lunes 11 de noviembre, 2024 Mí madre vino a visitarme en sueños. La vi avanzar desde el portón de entrada del salón, pasar sin mirar frente a la barra de tragos venir hacia mí.  Siguió el recorrido entre las mesas de pool, con sus luces bajas, enfocadas en el paño verde y el mostrador de juegos de mesa a mí derecha. No me alegró verla, de hecho, me espantó. Ya hace un rato que desperté y mí corazón sigue latiendo algo acelerado. Mí madre vino a visitarme en sueños, muerta. Se movía, cómo dije, por el salón, rígida, sin expresión, una estatua marmórea y etérea  a la vez. Mi madre vino a notificar  una muerte, lo sé, alguien cercano va a morir. No puedo saber quién. Cuando llegó hasta mí, no tenía voz, algo recurrente en mis pesadillas. Un tapón a mí natural verborragia. No pude preguntarle, ella tampoco habló. No me abrazó, ni me acarició, cómo nunca, cómo siempre. No quedaron besos ni caricias sin dar, ni antes ni ahora, porque nunca los hubo, creo que lo más cariñoso que...